Los miomas uterinos representan una de las condiciones ginecológicas más frecuentes en mujeres. En este artículo abordaremos sus características básicas y las opciones de tratamiento más innovadoras.
¿Qué es un mioma?
Un mioma uterino, también conocido como leiomioma o fibroma, es un tumor benigno (no canceroso) que se desarrolla en la pared muscular del útero o matriz, compuesto por tejido muscular liso y tejido conectivo fibroso, y su crecimiento está influenciado principalmente por las hormonas femeninas.
En la gran mayoría de los casos, los miomas son neoplasias benignas, tienen un crecimiento controlado y un potencial extremadamente bajo de convertirse en cáncer (menos del 0.5%). Son redondeados, de consistencia firme y pueden variar en tamaño.
Tipos
Miomas subserosos
Se desarrollan en la capa externa del útero (serosa) y crecen hacia fuera, hacia la cavidad pélvica. Son los que menos interfieren con la menstruación, pero pueden causar dolor o presión pélvica si alcanzan un tamaño considerable.
Miomas intramurales
Son el tipo más común. Se originan y permanecen dentro de la pared muscular del útero (miometrio). A medida que crecen, pueden distorsionar y agrandar la cavidad uterina. Son una causa frecuente de sangrado menstrual abundante (menorragia) y dolor.
Miomas submucosos
Menos frecuentes, pero los más sintomáticos en relación al sangrado. Se localizan justo debajo del endometrio (la capa que recubre el interior del útero) y protruyen hacia la cavidad endometrial. Provocan períodos menstruales extremadamente abundantes y prolongados, así como sangrado entre reglas. Son los que más se asocian a problemas de fertilidad y abortos espontáneos.
Miomas pediculados
Son una variante de los miomas subserosos o submucosos que han desarrollado un tallo o pedículo delgado. Pueden torcerse sobre sí mismos, causando un dolor agudo e intenso.
Miomas cervicales
Son poco comunes y se localizan en el cuello uterino. Pueden dificultar el parto vaginal y causar dolor durante las relaciones sexuales.
Causas y factores de riesgo
Los estrógenos y la progesterona parecen promover el crecimiento de los miomas, por lo que suelen aparecer en los años reproductivos, crecer durante el embarazo, y reducirse tras la menopausia.
La predisposición genética también es un factor a tener en cuenta. Si tu madre o hermana los tuvieron, tu riesgo es mayor.
Hay sustancias producidas por el cuerpo, como el factor de crecimiento similar a la insulina (IGF), que pueden influir en el desarrollo de los miomas.
La MEC es el material que une las células. En los miomas, esta matriz es más abundante, haciendo que los tumores sean fibrosos y densos.
Otros factores de riesgo identificados son la edad (entre los 30 y 50 año, el origen étnico, pues las mujeres de ascendencia africana tienen de 2 a 3 veces más riesgo de desarrollarlos, el sobrepeso, debido a que el tejido graso produce estrógenos adicionales, una dieta rica en carnes rojas y baja en verduras verdes, frutas y lácteos, una edad temprana de la menarquía y no haber tenido hijos.
Diferencia entre miomas, pólipos y quistes
| Característica | Mioma (Fibroma) | Pólipo | Quiste Ovárico |
|---|---|---|---|
| Tejido de Origen | Músculo liso del útero (miometrio). | Endometrio (revestimiento interno del útero). | Tejido ovárico (folículos, cuerpo lúteo, etc.). |
| Composición | Tejido muscular y fibroso, denso. | Tejido endometrial glandular, blando y esponjoso. | Bolsa llena de líquido (seroso, mucoso o sanguíneo). |
| Naturaleza | Tumor benigno sólido. | Crecimiento benigno (hiperplasia). | Saco o bolsa benigna llena de líquido. |
| Localización | Útero (pared, interior o exterior). | Útero ****(dentro de la cavidad endometrial) o cuello uterino. | Ovarios. |
| Síntomas | Sangrado abundante, dolor, presión pélvica, infertilidad. | Sangrado irregular entre reglas, postcoital, infertilidad. | Dolor pélvico, irregularidades menstruales, sensación de peso. |
| Riesgo de Cáncer | Muy bajo (<0.5%). | Bajo, pero algunos tipos de pólipos pueden tener células precancerosas. | La inmensa mayoría son benignos. |
¿Qué pasa cuando una mujer tiene miomas?
Se estima que entre un 50 y 80% de las mujeres los desarrollarán a lo largo de su vida, pero hasta un 70-80% de ellas no presentarán síntomas significativos ni requerirán tratamiento.
Síntomas más comunes
Estos incluyen sangrado menstrual abundante (Menorragia), anemia, dolor pélvico o presión, dolor durante las relaciones sexuales (Dispareunia), síntomas de compresión como micción frecuente, urgencia urinaria, estreñimiento o dolor lumbar, y aumento del volumen abdominal.
Síntomas de miomas malignos
No existen síntomas específicos que distingan con certeza un mioma benigno de uno maligno, pero ciertas señales de alarma deben son un crecimiento muy rápido del mioma, dolor pélvico persistente, sangrado vaginal postmenopáusico, malestar general inexplicable y pérdida de peso.
¿Cómo se diagnóstica?
Exploración ginecológica
El ginecólogo puede palpar un útero agrandado, de contorno irregular o nodular, que sugiere la presencia de miomas.
Ecografía ginecológica
Puede ser abdominal o, con mayor frecuencia ecografía transvaginal, permite una visualización detallada del útero, medir el tamaño y número de miomas y determinar su ubicación.
Ecografía con infusión salina (SIS o Sonohisterografía)
Se introduce una solución salina estéril en la cavidad uterina para distenderla y visualizar con mayor claridad los miomas submucosos.
Histeroscopia
Se introduce una cámara delgada (histeroscopio) a través del cuello uterino para visualizar directamente el interior del útero.
Resonancia magnética pélvica
Proporciona imágenes de alta resolución, útil para planificar cirugías complejas, caracterizar miomas de gran tamaño o cuando el diagnóstico no es claro en ecografía.
Miomas uterinos, fertilidad y embarazo
Los miomas submucosos son los que más afectan a la fertilidad. Pueden interferir con la implantación del embrión al alterar la forma de la cavidad uterina, crear un ambiente endometrial hostil o bloquear la entrada de las trompas de Falopio. Su extirpación suele mejorar significativamente las tasas de embarazo.
La mayoría de las mujeres con miomas tienen embarazos normales. Sin embargo, en algunos casos, pueden aumentar el riesgo de aborto espontáneo, parto prematuro, desprendimiento de placenta, restricción del crecimiento fetal, presentación fetal anómala y parto por Cesárea.
Durante el embarazo, los miomas pueden crecer debido al influjo hormonal y, en algunos casos, sufrir «degeneración roja», que causa dolor agudo localizado y que suele manejarse con reposo y analgésicos.
Tratamientos disponibles para los miomas uterinos
Si los miomas son asintomáticos, a menudo no se necesita ningún tratamiento, solo vigilancia.
Medicamentos
Los fármacos no eliminan los miomas, pero pueden ayudar a controlar los síntomas. Se utilizan antinflamatorios no esteroides (AINEs), anticonceptivos hormonales, dispositivo intrauterino (DIU) de Levonorgestrel, moduladores de los receptores de progesterona y análogos de la hormona liberadora de gonadotropina (GnRH).
Tratamiento invasivo
Se puede recurrir a miomectomía para extirpar solo los miomas, conservando el útero, que es la opción preferida por mujeres que aun quieren ser madres, a una embolización de las arterias uterinas (EAU), que bloquea los vasos sanguíneos que irrigan los miomas, haciendo que se encojan, ablación por Ultrasonidos Focalizados (FUS), o histerectomía, la extirpación completa del útero. Es la solución definitiva para los miomas y la única que garantiza que no volverán. Se considera cuando los síntomas son severos y la mujer no desea tener más hijos.
Alternativas naturales y cambios en el estilo de vida
Estas medidas no harán desaparecer los miomas, pero pueden ayudar a controlar los síntomas y posiblemente a ralentizar su crecimiento.
Se debe llevar una dieta equilibrada, reducir el consumo de carnes rojas y aumentar el de frutas, verduras (especialmente las crucíferas como el brócoli) y granos enteros, mantener un índice de masa corporal (IMC) saludable reduce la producción de estrógenos extra, hacer ejercicio físico regular y tener un buen manejo del estrés.
Pronóstico y prevención
El pronóstico para la mayoría de las mujeres con miomas es excelente. Son tumores benignos y, tras la menopausia, suelen reducirse de tamaño y volverse asintomáticos. No existe una forma probada de prevenir la aparición de los miomas, pero llevar un estilo de vida saludable puede ayudar a reducir el riesgo de desarrollarlos o a mitigar sus síntomas.
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Preguntas frecuentes (FAQs)
¿Los miomas hacen crecer la barriga?
Sí. Cuando los miomas son múltiples o de gran tamaño, pueden causar un aumento del volumen abdominal, similar al de un embarazo avanzado, debido al agrandamiento del útero.
¿Cuándo hay que preocuparse por un mioma?
Debes consultar a tu médico si experimentas sangrado menstrual excesivamente abundante, dolor pélvico persistente, micción muy frecuente, estreñimiento nuevo o si notas un agrandamiento abdominal rápido.
¿Qué pasa si no me opero de un mioma?
Si el mioma es asintomático y no afecta tu calidad de vida, no es necesario operarlo. Se puede monitorizar periódicamente. Solo se indica tratamiento cuando causa síntomas problemáticos o complicaciones.
¿Qué tamaño tiene que tener el mioma para ser operado?
No existe un tamaño específico. La decisión de operar se basa en los síntomas, no solo en el centímetro. Un mioma pequeño pero submucoso que cause hemorragias severas puede requerir cirugía, mientras que uno grande pero subseroso y asintomático puede no necesitarla.
¿Cómo puedo saber si un mioma es cáncer?
La única forma de confirmar al 100% que un mioma es benigno es analizando su tejido al microscopio tras extirparlo. Sin embargo, mediante ecografía y resonancia, los ginecólogos pueden identificar características típicas de benignidad con una altísima fiabilidad.
¿Los miomas se pueden expulsar solos?
En raras ocasiones, un mioma submucoso pediculado puede «nacer» o protruir a través del cuello uterino y ser expulsado, lo que se conoce como «mioma naciente», y suele acompañarse de dolor y sangrado intenso que requiere atención médica.
Conclusión
Los miomas uterinos son una condición ginecológica común y, en su gran mayoría, benigna. Su impacto varía enormemente de una mujer a otra, pero el abanico de tratamientos disponibles hoy en día es amplio. La clave para un manejo adecuado reside en un diagnóstico preciso y una discusión abierta con el ginecólogo, que permita personalizar la terapia según los síntomas, los deseos reproductivos y las circunstancias personales de cada mujer.
